Poema: «Estamos en Navidad»

ARBOL DE NAVIDAD

ESTAMOS EN NAVIDAD

Las calles adornadas con luces multicolores

nos hacen un guiño, titilan por doquier.

 

¿Qué anuncian?

No lo sabes…

¡Estamos en Navidad!

 

Los aderezos parpadean,

las casas se engalanan e iluminan,

el resto de la familia viaja para estar reunida.

 

Nos ocupamos de quienes no tienen,

compartimos con ellos alimentos,

juguetes y demás enseres.

 

Son días especiales de alegría y felicidad.

Al fondo se escucha

el sonido de la pandereta,

junto a un coro de niños

entonando Villancicos.

 

¡Ay! ¡Qué recuerdos aporta!

La infancia retorna, trae su típico olor

a los rollitos de la abuela,

las castañas en las brasas,

el turrón y el mazapán, ¡qué buenos!

 

Algo dentro del humano vibra con regocijo.

La familia se reúne, retornan por Navidad.

 

Se logran bellos momentos,

con cantos y zambombas,

y es que festejamos

que al Niño Jesús nace en el corazón

al igual que lo hizo antaño,

tiempo atrás en un pesebre.

 

Hemos tratado de acondicionar

un lugar en nuestro interior,

dando especial cobijo

al Niño recién nacido.

 

Nos trae alegría, ganas de vivir,

fe y esperanza de que

la paz se va a instaurar en la tierra.

 

Damos una mirada al altísimo,

buscando esa luz en el camino,

que señala el recorrido de aquí a la gloria

a la morada del Padre Celestial.

 

La Nochebuena es día de cena:

una mesa con suculentos manjares,

lindos manteles, platos, y copas,

y hasta velas encendidas en su centro,

y alrededor, nosotros, cada familia.

 

Agradecemos, y con respeto nos emocionamos

al recordar a los ausentes,

aquellos seres queridos que ya marcharon

al reino de las almas. Seguro

que esta noche nos acompañan.

 

¡Qué belleza! ¡Cuánta alegría!

Tanto en familia como en soledad

el Ser que nace nos visita;

trae la buena nueva,

la noticia de que el amor divino

llega en esta Nochebuena.

 

Con júbilo celebramos juntos

que Cristo ha nacido,

generando en nuestro interior

una nueva oportunidad de la vida.

 

Mañana es Navidad y trae la comida familiar.

Festeja que el amor ya habita en la mansión.

Provee prosperidad junto a la felicidad.

 

Después, en los días siguientes

todavía seguimos en Navidad.

Continúa la alegría en la ciudad,

en sus calles iluminadas,

y en el eco de las campañillas

que elevan la vibración

logrando esbozar sonrisas

de aquellos que las transitan.

 

Con expresión de éxtasis

contemplamos el resplandor de los cielos;

sabemos que Cristo Jesús y los Ángeles

nos rodean, custodian y cuidan de nosotros,

porque, sabéis, ¡¡Estamos en Navidad!!

 

María Teresa Rodríguez Cabrera

10-12-2015 – Mono 4

 

 

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